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¡El Criminal es el Elector! (Albert Libertad, 1906)
julio 19, 2011, 4:42 pm
Filed under: Actualidad, anarquismo, utopia

   Las razones o causas identificadas respecto del por qué los hombres, «animales políticos» según Aristóteles, son empujados a elevar, venerar y defender a sus explotadores, a tiranos y verdugos, pueden ser tantas mientras así  las  puedan albergar y potenciar las distintas concepciones de fondo o marcos teóricos que se han expresado a través de la historia. Determinismos de  distinto sustrato, biológico, histórico, psicológico, social o  cultural –  aún enfrentados entre sí – mas  todos de acuerdo en la posibilidad de reconocer las  causas de los fenómenos y en predecir futuros eventos, han servido de marco  para distintas respuestas al problema de la «servidumbre voluntaria» (tan bien nominada por Étienne de La Boétie), puntos de vista en que la libertad del individuo adquiere siempre un status relativo. 

  Una concepción distinta al determinismo sería la que apela a la libertad absoluta:  el individuo  es un ser creativo, un agente moral (o quizás más allá de la moral) que libremente dispone las condiciones de su existencia.  La realidad podría ser caracterizada por la apertura, por el caos no determinista, por la ausencia de leyes que rijan el destino de las cosas.  Se sigue de esto que la responsabilidad de lo que existe recaería en los individuos, no como un todo (inaceptable generalización) sino como complejo entramado de átomos existenciales, a la vez que en sus manos estaría cambiar las condiciones de existencia.  En coherencia con esta concepción están términos como posibilidad, apertura, proyección, probabilidad, pluralismo.  Inmediatamente retrotraen a autores como Popper, Feyerabend e I. Berlin, a ciertas formas de existencialismo, entre los que podríamos ubicar a Nietzsche o Stirner  y, como no, a los anarquistas, especialmente a los individualistas europeos, quienes se reclaman especialmente de estos dos filósofos.

  Respecto de la referencia a Nietzsche y Stirner como «anarquistas individualistas», es sin duda un exceso derivado de la falta de conocimiento respecto de la obra de cada uno.  Obviamente que las lecturas de sus trabajos pueden haber inspirado experimentos ideológicos variados, doctrinas o catecismos, tanto como cualquier lectura, especialmente aquellas de autores que no sistematizaron sus perspectivas y desarrollos.  Sin embargo, las posibilidades interpretativas de la apelación a la libertad absoluta, oscilan entre un individualismo existencialista y romántico, más bien vinculado al ensamble de ideas que ejecuta un artista improvisador, y el liberalismo a la R.  Nozick.

  Las consignas contenidas en el texto de Albert Libertad, «¡El criminal es el elector!», probablemente se encuentren en la mente de muchos de los que más resienten la debacle socio – económica. Cuando un autócrata, su sequito y su catecismo, refuerzan las condiciones de existencia y expresión que reproducen un cuerpo social de por sí desequilibrado, la lógica que arrebata los razonamientos del sujeto de allí desprendido,  condena  el carácter del individuo que gobierna como de sus presuntos defensores.

  Albert  Libertad fue un anarquista individualista que vivió  en Francia entre 1875 y 1908.  Fue abandonado por sus padres y creció al amparo de la asistencia pública en la ciudad de Bordeaux (lo que según Jean Genet  era mejor que una familia tradicional).  Una curiosa anécdota de su vida es que, debido a una enfermedad contraída en su niñez, debió usar muletas, ¡las que usaba como armas contra la policía!  Alos 21 años llega a París, donde inmediatamente se involucra con círculos anarquistas. Miembro de varios grupos anarquistas y partidario de la consigna de la «propaganda por el hecho», sin embargo,  llega a ser  «candidato abstencionista»  al onceavo distrito municipal de París en dos oportunidades, 1902 y 1904, candidatura que veía como un medio para difundir el ideario anarquista.   En 1905 funda uno de las más legendarias publicaciones anarquistas individualistas, «L’Anarchie», donde además colaboran André Lorulot, Emile Armand y Victor Serge, entre otros.

   Según he visto en un blog,  la editorial española  «Pepitas de Calabaza»  tiene proyectada la edición del libro «Contra los pastores, contra los rebaños», antología  en español de los textos de Albert Libertad.

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¡El Criminal es el Elector!

Tú eres el criminal, Oh Pueblo, puesto que tú eres el Soberano. Eres, bien es cierto, el criminal inconsciente e ingenuo. Votas y no ves que eres tu propia víctima.

Sin embargo, ¿no has experimentado lo suficiente que los diputados, que prometen defenderte, como todos los gobiernos del mundo presente y pasado, son mentirosos e impotentes? ¡Lo sabes y te quejas! ¡Lo sabes y los eliges! Los gobernantes, sean quienes sean, trabajaron, trabajan y trabajarán por sus intereses, por los de su casta y por los de sus camarillas.

¿Dónde y cómo podría ser de otro modo? Los gobernados son subalternos y explotados; ¿conoces alguno que no lo sea?

Mientras no comprendas que sólo de ti depende producir y vivir a tu antojo, mientras soportes –por temor- y tú mismo fabriques –por creer en la autoridad necesaria- a jefes y directores, sábelo bien, también tus delegados y amos vivirán de tu trabajo y tu necedad. ¡Te quejas de todo! ¿Pero no eres tú el causante de las mil plagas que te devoran?

Te quejas de la policía, del ejército, de la justicia, de los cuarteles, de las prisiones, de las administraciones, de las leyes, de los ministros, del gobierno, de los financieros, de los especuladores, de los funcionarios, de los patrones, de los sacerdotes, de los propietarios, de los salarios, del paro, del parlamento, de los impuestos, de los aduaneros, de los rentistas, del precio de los víveres, de los arriendos y los alquileres, de las largas jornadas en el taller y en la fábrica, de la magra pitanza, de las privaciones sin número y de la masa infinita de iniquidades sociales.

Te quejas, pero quieres que se mantenga el sistema en el que vegetas. A veces te rebelas, pero para volver a empezar. ¡Eres tú quien produce todo, quien siembra y labora, quien forja y teje, quien amasa y transforma, quien construye y fabrica, quien alimenta y fecunda!

¿Por qué no sacias entonces tu hambre? ¿Por qué eres tú el mal vestido, el mal nutrido, el mal alojado? Sí, ¿por qué el sin pan, el sin zapatos, el sin hogar? ¿Por qué no eres tú tu señor? ¿Por qué te inclinas, obedeces, sirves? ¿Por qué eres tú el inferior, el humillado, el ofendido, el servidor, el esclavo?

¿Elaboras todo y no posees nada? Todo es gracias a ti y tú no eres nada.

Me equivoco. Eres el elector, el votante, el que acepta lo que es; aquel que, mediante la papeleta de voto, sanciona todas sus miserias; aquel que, al votar, consagra todas sus servidumbres.

Eres el criado voluntario, el doméstico amable, el lacayo, el arrastrado, el perro que lame el látigo, arrastrándote bajo el puño del amo. Eres el sargento mayor, el carcelero y el soplón. Eres el buen soldado, el portero modelo, el inquilino benévolo. Eres el empleado fiel, el devoto servidor, el campesino sobrio, el obrero resignado a su propia esclavitud. Eres tu propio verdugo. ¿De qué te quejas?

Eres un peligro para todos nosotros, hombres libres, anarquistas. Eres un peligro igual que los tiranos, que los amos a los que te entregas, que eliges, a los que apoyas, a los que alimentas, que proteges con tus bayonetas, que defiendes con la fuerza bruta, que exaltas con tu ignorancia, que legalizas con tus papeletas de voto y que nos impones por tu imbecilidad.

Tú eres el Soberano, al que se adula y engaña. Te encandilan los discursos. Los carteles te atrapan; te encantan las bobadas y las fruslerías: sigue satisfecho mientras esperas que te fusilen en las colonias y que te masacren en las fronteras a la sombra de tu bandera.

Si lenguas interesadas se relamen ante tu real excremento, ¡Oh Soberano!; si candidatos hambrientos de mandatos y ahítos de simplezas, te cepillan el espinazo y la grupa de tu autocracia de papel; si te embriagas con el incienso y las promesas que vierten sobre ti los que siempre te han traicionado, te engañan y te venderán mañana; es que tú mismo te pareces a ellos. Es que no vales más que la horda de tus famélicos aduladores. Es que, no habiendo podido elevarte a la consciencia de tu individualidad y de tu independencia, eres incapaz de liberarte por ti mismo. No quieres, luego no puedes ser libre.

¡Vamos, vota! Ten confianza en tus mandatarios, cree en tus elegidos.

Pero deja de quejarte. Los yugos que soportas, eres tú quien te los impones. Los crímenes por los que sufres, eres tú quien los cometes. Tú eres el amo, tú el criminal e, ironía, eres tú también el esclavo y la víctima.

Nosotros, cansados de la opresión de los amos que nos das, cansados de soportar su arrogancia, cansados de soportar tu pasividad, venimos a llamarte a la reflexión, a la acción.

Venga, un buen movimiento: quítate el estrecho traje de la legislación, lava rudamente tu cuerpo para que mueran los parásitos y la miseria que te devoran. Sólo entonces podrás vivir plenamente.

¡EL CRIMINAL es el Elector!


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