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Las sutilezas metafísicas de la mercancía (Anselm Jappe)

A propósito del post anterior, con el texto del pasquín Tanax,  donde se critica la concepción de utopía que el profesor Hopenhayn intenta divulgar, me recorde de un ensayo redactado por Anselm Jappe – ya hace algunos años – bastante conciso tanto para presentar la corriente de critica radical de la mercancía y para subrayar los contornos definitorios del escenario teórico postmodernista, sobre todo de aquel que Hopenhayn encarna. Se trata de «Las utilezas metafísicas de la mercancía», una ruta al Marx esotérico de la critica del valor, un reposicionamiento de Debord y la Internacional Situacionista como eslabones determinantes en la tradición de la crítica radical, un llamado para ir más allá de la critica de la sociedad capitalista apoyada en el obrerismo y la lucha de clases.


Las sutilezas metafísicas de la mercancía

Anselm Jappe

Mi intervención será bastante distinta de las otras que aquí se lean. Presentarse a un debate sobre la mercancía para polemizar contra la existencia misma de la mercancía puede parecer tan sensato como acudir a un congreso de físicos para protestar contra la existencia del magnetismo o de la gravedad. Por lo general, la existencia de mercancías suele considerarse un hecho enteramente natural, por lo menos en cualquier sociedad medianamente desarrollada, y la sola cuestión que se plantea es qué hacer con ellas. Se puede afirmar, desde luego, que hay gente en el mundo que tiene demasiado pocas mercancías y que habría que darles un poco más, o que algunas mercancías están mal hechas o que contaminan o que son peligrosas. Pero con eso no se dice nada contra la mercancía en cuanto tal. Se puede desaprobar ciertamente el “consumismo” o la “comercialización”, eso es, pedirle a la mercancía que se quede en su sitio y que no invada otros terrenos como, por ejemplo, el cuerpo humano. Pero tales observaciones tienen un sabor moralista y además parecen más bien “anticuadas”, y estar anticuado es el único crimen intelectual que aún existe. Por lo demás, las raras veces que parezca ponerse en tela de juicio la mercancía, la sociedad moderna se precipita a evocar las fechorías de Pol Pot, y se acabó la discusión. La mercancía ha existido siempre y siempre existirá, por mucho que cambie su distribución.

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